jueves, 17 de diciembre de 2009

Madrugar


Después de un día como el de ayer –a desbordar de contratiempos, de tensión, de deberes (los míos), de derechos (los de otros) y de trabajo-, si hay algo que deteste con todas mis fuerzas es madrugar. Lo más gracioso es que hoy me ha tocado hacerlo y, créanme, pensando en el largo y desagradable día que me espera, se me parece la agorera parada de un terrenal vía crucis.
“Mire usted, a nadie le agrada eso de despertarse antes que el astro rey”, pensarán los más racionales. “Nos ha salido señorito el niño…”, dirán los descarados. ¿Y quién soy yo para quitarles la razón a unos u otros…? Sería mucho simplificar eso de establecer dos categorías de trabajadores (aparto a un lado a los ricos y pudientes), los que gustan de madrugar y los que odian hacerlo, pero como esta página es mía, categorizo lo que me viene en gana.
¡Con lo bien que nos sentaría ponernos en pie a partir de las diez! Cutis aterciopelado, ojos brillantes y desprovistos de sombras quemadas, y mente despierta para atizarle con un brindis a la vida. No tendríamos que acudir al médico cada dos por tres, el café no nos provocaría esos molestos dolores gastrointestinales, no inutilizaríamos el cigarrillo tras un par de caladas, por no hablar de ese beso que busca nuestra pareja cada mañana entre el barullo de las sábanas… y que supongo que, con un poco más de tiempo, daría con él…
Mientras se arregla el mundo de los horarios matutinos y nuestros ritmos circadianos se sosiegan, les invito a disfrutar con el madrugador y bien trazado álbum ilustrado de Martin Baltscheit y Cristoph Mett, El despertador del sol, sugerencia con la que pretendo acercarles a las disparatadas ilustraciones de uno (¿habrá sido caricaturista este hombre?) y al dilema que nos plantea el otro: ¿Quién despierta a quién? ¿El sol al gallo o el gallo al sol? Descúbranlo, leer está en su mano.

Banda Sonora Original: Wish I didn’t miss you. Angie Stone.

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