jueves, 30 de abril de 2009

Oficios que no descansan


Mañana celebramos el día del trabajo (¡mira que nos gusta una fiesta!), así que he anticipado los versos de los viernes a hoy, jueves.
Lo malo de esta jornada festiva -primer día de mayo- es que no todos nos libramos de nuestro oficio, véase el caso de camareros, médicos, enfermeros, policías, bomberos, agricultores, taxistas o proyectores de películas, labores todas ellas muy necesarias para la buena marcha de las celebraciones de otros… ¿Y los payasos? ¿Trabajarán los payasos mañana?

Vivía en un país
de sueños y colores,
contaba sus historias
al son de una canción.

Le gustaba reír
y tocaba el trombón,
a veces se caía
porque daba un tropezón.

Cara pintada,
traje de colores,
zapatones grandes,
roja la nariz.
Cara pintada,
traje de colores,
zapatones grandes,
roja la nariz.
[…]

Carmen Martín Anguita. 2008.
En: ¡Hola, caracola!
Ilustraciones de Leonor Pérez
Madrid: Pearson Educación

martes, 28 de abril de 2009

Crisis teóricas


La pasada semana me dediqué a la metonimia y les puedo asegurar que acabé mareado… El caso es que uno sufre de crisis existenciales si atiende a los desacuerdos entre los dos mundos teóricos entre los que se mueve: el de la pedagogía y la literatura infantil. Resulta que el constructivismo está en crisis y los libros subversivos son un valor en alza. ¡Así cualquiera no sufre de males tan repentinos…!
Les explico: los docentes están hasta el gorro de nuevos avances didácticos. Que si a Fulano se le ha ocurrido la evaluación de las competencias básicas, que si Mengano ha tenido la magnífica idea de enseñar a aprender, o que al Espíritu Santo le ha dado por iluminar a Zutano respecto al asunto de las actividades motivadoras… Así nos va: batacazo tras batacazo, los maestros, lo que pillamos es una depresión… Aunque algunos apuesten por las alambradas electrificadas y los métodos de tortura, yo sigo diciendo que un poco de respeto lo cura todo, desde las desmotivaciones hasta las payasadas a contratiempo. Lo peor de todo es cuando me pongo a pensar en esa LIJ que defiendo tanto, esa literatura que aboga por los cortes de manga al adulto, donde la alegría lo envuelve todo, donde las reglas se quebrantan cada dos por tres, esa literatura subversiva que tanto ha hecho disfrutar a muchos… Vamos, que lo uno y lo otro no casan… Así estoy yo: desquiciado… Lo peor de todo es que, cuando ayer me enteré gracias al blog amigo “Literatura Juvenil Actual” de que la novísima versión cinematográfica de Donde viven los monstruos ha sido “censurada” a la espera de un nuevo montaje en el que se eliminen escenas que hicieron llorar a varios niños en los pases promocionales, estoy al borde del patatús.
Así que, amigos y amigas, no piensen mucho en los encontronazos de este tipo ya que tienen serias contraindicaciones…
N.B.: Si quieres echarle un vistazo al trailer pincha en la siguiente dirección (es el de mejor calidad que he encontrado):

lunes, 27 de abril de 2009

Ejercicios de humanismo



Los hombres nos alimentamos de lo que los demás piensan de nosotros. Impresiones, mentiras, insultos y algún que otro piropo son el pan de cada día. Si nos detenemos a pensar, llegaremos a la conclusión de que verdades y certezas, muy pocas.
El que se divorcia de su esposa porque no es feliz, acaba pensando que ha abandonado a las única persona que le quería aun cuando se sacasen los higadillos mientras viviesen juntos. Quien apadrina un niño somalí, termina entronándose como un nuevo salvador pese a que mate a palos a sus propios hijos y la que es anoréxica, bulímica o vete-tú-a-saber-qué-otra-enfermedad-psicosocial, muere como triunfadora porque ascendió a lo más alto de la empresa…
Coches deportivos, yates, clubes de tenis y golf, trajes de alta costura y chalets de dimensiones inabarcables son lujos propios de vastas fortunas, pero dedicar unos minutos para sentarse sobre la atalaya de la vida y preguntarse a sí mismo “¿quién soy?” se figura un capricho al alcance de cualquiera, que ya de por sí debería ser un ejercicio inherente a la condición de “persona humana”, pero del que prescindimos asiduamente.
Todo esto se resume en esa historia de Frank Tashlin (he aquí el creador del pato Donald, un dibujante que no sólo se dedicó a engrandecer la compañía Disney…).
El oso que no era (editorial Alfaguara) es una buena lectura a cualquier edad. Incorrecto y transgresor, este libro ilustrado de pequeñas dimensiones, narra la historia de un oso que acaba mentalmente zarandeado, así como confuso sobre su propia existencia, gracias a las opiniones de los demás y…, ¡menos mal que al final se encuentra a sí mismo…!

viernes, 24 de abril de 2009

Mapirisas


Y este viernes de poesía, por continuar con la cuestión zoológica les traigo unos versos de María Cristina Ramos, que ya saben que es una de mis poetisas favoritas… Siempre es agradable terminar la semana con un poco de rima, así que ya saben…

En la marirronda
de las mapirosas,
maricuriosea
una marirrosa.
Traía un vestido
muy mariposeado,
pero un viento loco
se lo ha despintado.
Y risa que riza,
blanca mapirisa,
buscando colores,
girando en la brisa.
Largas patas largas,
maribailarina,
baila un bailecito
sobre las espinas.
Junta la retama
gotas amarillas,
soles en las alas

de la maripilla.

María Cristina Ramos
Una mapirisa risa que riza.
Ilustraciones de Claudia Legnazzi.
2008. Barcelona: Océano Travesía.

jueves, 23 de abril de 2009

Definiciones libreras


Libro. (Del lat. Liber, libri). m. Conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen. // 2. Obra científica, literaria o de cualquier otra índole con extensión suficiente para formar volumen, que puede aparecer impresa o en otro soporte.

Real Academia Española.
Diccionario de la Lengua Española.
2001. Madrid: Espasa.

Para ser la definición de la Real Academia es un tanto pobre, así que, tomándome cierta libertad, les dejo otras definiciones de mi autoría. Elijan las que más les gusten (en el caso de que les guste alguna…). Feliz Día del Libro.

Libro. Conjunto de hojas de papel, de tamaño variable y generalmente paralelepípedo que se suele encontrar inanimado hasta que cobra vida entre tus manos.

Libro. 1. Objeto que en los escritorios o mostradores se pone sobre los papeles para que no se muevan. // 2. Utensilio que se dispone bajo las patas de las mesas para estabilizarlas. // 3. Soporte, generalmente de papel, utilizado para que los vasos de bebida no dejen marca sobre la mesa. // 4. Objetos que por su regularidad y forma se consideran ideales para adornar cualquier superficie horizontal.

Libro. Fiel compañero, incluso cerrado.

Libro. Era la bibliotecaria más bonita con la que me había topado. Levantó su mirada de la pantalla del ordenador y, mientras aquel objeto pasaba de mi mano a la suya, se tendió un hilo invisible que nos hizo sonreír a ambos. Los libros paran el tiempo. Créanme, aquel instante dura hasta hoy.

Libro. Dícese de cualquier elemento dispuesto sobre una estantería que puede ser contemplado, acariciado y abierto, para que, humedeciendo los pulgares, podamos pasar página tras página y dialogar en silencio con él, descubriendo los secretos que contenga, despertarnos de ese mutuo sueño y vivir una historia recíproca.

miércoles, 22 de abril de 2009

Derechos de autor a golpe de tacón


Con Antonio González El Pescailla de fondo, tan rumbero él (no sé si decidirme por Alguien cantó o Sabor a mí), me ha dado por pensar en el tema de actualidad del mundo cibernético español: nuestra “formadísima”, “preparadísima”, “interesadísima” y “novísima” ministra de Cultura (no mencionaré su nombre ya que puede dar lugar a numerosas bromas, juegos de palabras y elementos lingüísticos varios de todo gusto y afición, que por otro lado creo que esa va a ser su gran contribución al entorno cultural, la de ejercer de musa de la fantástica verborrea del español de a pie…).
Aunque debamos reconocer la autoría de los creadores, es un asunto peliagudo el de los derechos de autor, los cánones digitales y demás inventos para enriquecer a tantos. ¡Bastantes cosas tiene que hacer el público como para ponerse a adueñarse y usurpar el trabajo de otros! Cosa de la que Dios me libre gracias a los pies de foto, citas textuales y referencias bibliográficas varias… Así que, mientras no haya plagio, lo que sea facilitar el acceso a todo tipo de documentos e información y su correcta distribución, me parece fenomenal.
Lo que más me jode es que, al final, los herederos se aprovechen del trabajo de uno por genética, por jurisprudencia y por cojones, que es lo más triste de todo.
Resumiendo con aquello de “el mundo está loco, loco, loco”, que a buen entendedor, pocas palabras bastan, me despido hasta mañana que será otro día.

martes, 21 de abril de 2009

La campiña y sus pobladores



Hace unos meses las autoridades nos conminaban a deleitarnos con las bonanzas de la carne de conejo, plato exquisito donde los haya y uno de los mejores suplentes de las mariscadas navideñas. No sé si la iniciativa cuajó entre los consumidores, pero seguramente más de uno se quedaría sin cenar esta Nochebuena a consecuencia de la escasez de viandas, que es lo que tienen las crisis económicas…
Ya son muchos los meses que no cato unos buenos gazpachos manchegos y va siendo hora de que, llegada la temporada caracolera, compremos un buen ejemplar y nos pongamos finos con la gastronomía del terruño guisada a base de lumbre…, lo malo es que, a día de hoy, este lagomorfo no se encuentra a un precio tan competitivo como el de hace unos meses… ¡Y eso que en los paseos domingueros llenan los campos como si de ababoles se tratasen...! Con sus correteos, esas colas blancas, sus orejas alertas… Mientras hoy me topaba con ellos he pensado que, si hay algún conejo famoso en esto de la LIJ, ese es Perico, el animal del que tantas trastadas nos contó mi admirada Beatrix Potter.
Miss Potter, pese a su naturaleza tímida, infantil, huidiza y acomplejada, de la que se aprovecharon todo tipo de rufianes, ha pasado a la historia de la Literatura Infantil por crear toda una serie de narraciones ilustradas y cuyos protagonistas son los animales que la acompañaban durante sus vacaciones de verano en la campiña inglesa. Todos, desde Perico a Mamá Oca, tienen algo especial que nace de las pinceladas mágicas con las que Beatrix pintaba sus acuarelas que, aunque pueden parecer sencillas, sigo contemplando como si fuera un bobo frente a la exuberante y verde primavera.
Gracias Beatrix.

lunes, 20 de abril de 2009

Premios recientes


Es grato toparse con un premio literario merecido, más todavía si el galardón obtenido es español, que ya se sabe lo que pasa en este país de reconocimientos indignos. El premio en cuestión se trata del Lazarillo en su edición del año 2008 y la categoría la de álbum ilustrado. La verdad es que el trabajo de los ganadores, Roberto Aliaga (texto) y Roger Olmos (ilustraciones), si lo comparamos con los de los triunfadores de ediciones anteriores, es de excelente factura.
El príncipe de los enredos (editorial Edelvives) cuenta la historia de un cuervo que esgrime el arte de la mentira y el enredo para procurarse un hogar (no he podido evitar compararlo con una de las aventuras de Asterix titulada La cizaña). Aunque de gran formato, la historia es sencilla, nada pretenciosa, de hecho me recordó a una pequeña fábula…, y los más importante de todo es que consigue captar al lector. Si también tenemos en cuenta el ritmo narrativo de las imágenes, que beben de cierto lenguaje cinematográfico -moda que empapa el panorama de la ilustración literaria de éxito actual, véase como ejemplo la obra de Rebecca Dautremer o François Roca-, podemos decir que es una obra redonda.
Por último diré que esta vez me han dado en el asa: si hay animal que me encante, ese es el cuervo.

viernes, 17 de abril de 2009

Bichos


¡Qué lata esto de la primavera! Unos días asándonos y otros nevando, bufando y lloviendo… ¡No hay quién la entienda!... Pero lo peor de esta estación llega con los bichos, esos que no te dejan dormir, los que te matan a picotazos, los que te impiden comer tranquilamente… ¡Qué asco de bichos!...
Es muy de agradecer que en mi nación
no encuentres casi nunca un escorpión.
Dicen que es muy difícil que en tu cama
lo encuentres una noche, ya que ama
países más calientes que los nuestros
como afirman expertos y maestros.
Yo sé que un escorpión es escamoso,
que es negro, que es maligno y venenoso
y por eso aconsejo, afirmo y digo
que un bicho así no es bueno como amigo.
Si ves un escorpión, corre y escapa
porque, si se te acerca, si te atrapa,
lo vas a pasar mal y es muy seguro
que vas a verte en un terrible apuro.
Es bicho de una idea, de una sola:
¡clavarte el aguijón que hay en su cola!,
y siempre intentará, sucio y artero,
¡clavarte ese aguijón en el trasero!
-Muchacho, ¿Qué te ocurre? ¿Qué ha pasado
que tienes esa cara de asustado?
-Hay dentro de mi cama un bicho extraño
y temo que me ataque y me haga daño.
¡Qué susto, qué mieditis, qué aprensión!,
¿y si aquí dentro tengo un escorpión?
-Jamás una bobada tal oí,
¡no hay bichos de esa clase por aquí!
-Me corre por la pierna, trepa y sube,
¡jamás tanto terror, tal miedo tuve!
Lo tengo ya en el muslo, en el derecho…
¿Tú crees que me va a subir al pecho?
¡Mamá, cázalo pronto, venga, va,
Si no lo cazas ya, me picará…!
¡Ay, que lo noto ya por el trasero!
¡Ay, ay, ayayayay… que yo me muero…!

Roald Dahl.
El escorpión.
En: ¡Qué asco de bichos!
Ilustraciones de Quentin Blake.
1985. Madrid: Altea.

jueves, 16 de abril de 2009

Enciclopedia de la fantasía



Nuestra misma historia se alimenta de ese halo mágico que recubre todo bosque, todo paisaje, cualquier campo bajo una noche de verano… La naturaleza tiene algo misterioso, sublime, que se escapa a la razón y nos pervierte de una forma embriagadora, algo que trasciende a lo comprensible y se pierde por los recovecos de nuestra existencia humana.
Cualquier persona que se deje abandonar entre los juncos de un apartado arroyo, puede experimentar esa sensación de arrullo mientras se hace diminuto entre los brazos de una peculiar nana… Esa extrañeza que todavía me sigue recorriendo cuando duermo entre grillos y chicharras es una prueba más de lo minúsculos que somos ante el mismo universo…
Siempre he creído que los hombres tuvieron que acompañarse de historias y cuentos, de todo lo fantástico, para sobrevivir a ese abrazo implacable que nos recuerda nuestra fragilidad… Unicornios y cíclopes, elfos, yetis o gremlins, leprechauns, trolls, dragones, banshees, países desconocidos, cielos e infiernos, goblins, gnomos y centauros, gorgonas o minotauros nos han ayudado a una existencia llena de miedos, deseos e ilusiones. 
La fantasía, esa extensión de la imaginación (N.B.: No son sinónimas mientras la fantasía sólo viva en la mente del hombre, sea intangible y ficticia. En el momento que se hace real, deja de ser fantasía. ¡Que se lo digan a Verne...!), esa que hace referencia a lo inverosímil, a lo que no ha existido o a lo que ya no está, eso por lo que todos los humanos nos dejamos llevar en algún momento, nos ayuda a convivir, no sólo con los retos que nos sorprendió el ayer, sino también a los que nos propone el hoy. 


Hablando de fantasía con la mirada perdida, mis ojos se han posado en la estantería... Enciclopedia de las cosas que nunca existieron de Michael Page y Robert Ingpen. Y si nunca existieron, ¿porqué dedicarles una enciclopedia? ¿No sería esto otorgarles un espacio donde crecer, donde tomar forma? Qué paradoja. Un libro, un objeto, un montón de páginas sobre cientos de cosas que jamás hemos visto ni tocado. Será esa la magia de los libros... 
Cojo este libro enorme editado por Anaya unos cuantos años atrás (creo que la edición más actual es del 2000, pero no sé si anda descatalogado) y empiezo a pasar otra vez las páginas. De repente noto como mi cuerpo mengua, los dedos pasan a ser más rechonchos, y ya no hay rastro de vello. La butaca ha crecido bastante y mi salón parece otro. Se ha llenado de otra luz, como la que brillaba en la casa de mis padres hace bastantes años, cuando utilizaba las ilustraciones de este libro para practicar el dibujo.
Este es un libro que habré leído cientos de veces, incluso hoy, suelo recurrir a él, no sólo porque sea un apasionado de la obra sino porque, cada vez que lo abro, aprendo algo nuevo que hace volar mis sueños hasta otro punto en el que no había tanta rutina, tantas facturas que pagar, ni tanto guasap.


Es curioso constatar como Michael Page, a pesar de bautizar este diccionario temático con un título tan categórico (Parece decir: “¡Señoras, señores, nada de lo que lean aquí ha habitado nunca nuestro mundo, ninguna de estas cosas es real!”), hace un ejercicio de estilo tratando cada uno de los temas, personajes o lugares incluidos en este libro desde una perspectiva cercana, da por hecho que han existido, existen y existirán, pone en tela de juicio su calidad ficcional y reaviva esa dualidad de lo creíble-increíble en el lector desde un punto de vista de inmersión fantástica (como mucho de lo literario).
Esto casa a la perfección con el estilo figurativo realista de Robert Ingpen, Premio Hans Christian Andersen en 1986 (N.B.: Siento pasión por este la obra de este autor. Seré de esos niños que, como dice Innocenti en El cuento de mi vida se inclinan más por los detalles, la perspectiva, las amplias gamas de color), ya que añade más certidumbre si cabe a este juego sobre lo que es y no es, la percepción del lector se sumerge en la necesidad de los consciente, como si fuera un acto de fe, casi religioso.


Cosas del cosmos... Cosas del suelo y del subsuelo... Cosas de la noche... Cosas del país de las maravillas... Cosas del agua, el cielo y el aire... Cosas de magia, ciencia e invención... La obra está estructurada en seis grandes apartados en los que se pueden descubrir infinidad de sitios, leyendas, anécdotas, que proceden de la mitología, de la tradición oral y, sobre todo, de la Literatura. Brujas, enanos, dioses romanos, aves de las culturas precolombinas, seres de las tradiciones asiáticas, deidades de los aborígenes australianos, personajes de los cuentos celtas, atlantes, islas del tesoro... Toda una suerte de creaciones que los hombres han inventado para aprender, enseñar o explicar el mundo a otros. 


Aunque se le clasifica como un libro informativo de corte infantil (los adultos siempre empeñados en clasificar lo inclasificable), siento la necesidad de recomendárselo a cualquiera, más todavía si se dedica a esto de la fantasía, la creación, la ficción, porque pone en evidencia que el ser humano lleva en dicho mundo mucho tiempo. Un libro a cuyo título yo hubiera añadido un pequeño detalle (no me privo de nada…): Enciclopedia de las cosas que nunca existieron (pero que nos hacen soñar)
Que no sólo sueñan los niños. También lo hacen los hombres


miércoles, 15 de abril de 2009

Catálogos de ecologismo



Pa' La Ascen

Tengo cierta amiga, muy activista ella (¿o debería decir integrista?), una ecologista convencida con muchos años de lucha en su lomo. Creo que si se lo propusieran, se iría encantada a matar “gringos” a la selva amazónica (creo que así llaman por esa zona al hombre blanco, si no es así, que alguien me rectifique). Y es que “mi” Ascen, es mucha Ascen, lo malo de ella es que lleva este asunto conservacionista al extremo (a veces hay que hacerlo así, no hay otra manera…), y si por ella fuese, el césped no existiría y todos los parques sería dehesas llenas de cardos a cada cual más pinchoso.
Lejos de tanta coña marinera, creo que la Tierra ya ha sufrido bastante con nuestras idas y venidas, y que va siendo hora de que dejemos de derrochar (¡hombres y mujeres de buena voluntad, aprovechad la crisis financiera internacional para acabar con este régimen capitalista y consumista que daña tanto a nuestro planeta!)… Yo siempre lo digo: mis moqueros de algodón fino son de lo más útiles y ecológicos, pero todos/as se mofan de lo “antiestético” que resulta frente a un buen Kleenex® de suave tacto celulósico y buen tajo arborícola. Así que, mencionando aquello de “lo que nos hace falta es una buena guerra”, me despido hasta mañana con el Animalario universal del profesor Revillod, de Javier Sáez Castán y Miguel Murugarren, un buen catálogo de seres y estares (vean el guiño al desaparecido grupo de pop El último de la fila) perteneciente a la fauna real e imaginaria de este planeta sufrido.

martes, 14 de abril de 2009

¿Existe la Literatura Infantil y Juvenil?


¿Existe la Literatura Infantil y Juvenil? Tamaña pregunta que creo me debería haber hecho antes de invertir tanto tiempo en este espacio. De todos modos no creo que sea tan tarde para plantearme esta cuestión, así que creo que es buen momento para ponerme a divagar (¿acaso no es lo que hacen los genios?).
Esto de la LIJ es una lata, sobre todo para los bibliotecarios que se desviven para ver a que número de la CDU asignan el Donde viven los monstruos de mi querido Sendak… Y es que la buena literatura es buena literatura, bien sea prosa o verso, ilustrada o no, porque la buena literatura nos hace disfrutar cuando somos niños, durante la juventud, bien entrada la madurez y hasta en la jubilación. Todavía recuerdo con cariño lo que disfruté con Robinson Crusoe a los diez años, así que no sé a qué viene tanta milonga… Esto de la LIJ parece un asunto segregacionista: o se es blanco, o se es negro, o se es adulto, o se es infante… ¡Basta de tonterías! Uno necesita términos medios… De hecho no creo que la Alicia de Carroll sea tan inocente como la pintan, o que los cuentos de Andersen sean tan inofensivos y didácticos como nos quieren hacer creer (no me acuerdo de quién dijo aquello de que la buena literatura nunca nos hará mejores personas, si recuerdan ustedes al genio que dijo esto, háganmelo saber a través de un comentario).
Lo peliagudo del asunto está, sin duda, en la paraliteratura o lo que es lo mismo, la bazofia hecha de tapa dura… Que si libros de conocimientos, otros que “educan en valores” (¿Quién acuñaría semejante término? Algún progre, fijo… ¡Mamá, quiero aprobar la dichosa oposición con tal de no mentarlo nunca más!), otros que no hay quien se los trague y otros muchos que se publican con tal de gastar las subvenciones del Ministerio de Cultura. En fin que literatura que sea literatura, más bien poca. Pero bueno, mientras los que nos dedicamos a esto de la LIJ hagamos recomendaciones sensatas, no es poco.
(Continuará…)
Ilustración: Leanne Franson.

lunes, 13 de abril de 2009

Secretos...



Todos tenemos secretos… Unos son del tamaño de enormes paquidermos y otros pequeñitos como una nuez. Algunos son secretos desagradables y, seguramente, son muchos los secretos que nos hacen esbozar una sonrisa. Lo curioso de los secretos es que son propiedad privada, exclusivos de uno mismo, y al compartirlos (véase el egoísmo del tema secretero), dejan de serlo. No olviden fijarse en la importancia de los secretos, ya que secreto a secreto hemos ido escribiendo nuestra misma historia. Pero en fin, lo mejor que pueden hacer es guardar un secreto y no entrometerse en los secretos de los demás porque les pueden hacer enfadar… Hay que dejar estar los secretos y no ahondar mucho en ellos, porque nos pueden dominar, ¡que se lo digan a todos esos que perdieron su vida por un secreto! Así que ya saben: los secretos son secretos, nada más.
Me gustan los secretos, yo tengo unos cuantos que ni por asomo les voy a relatar. Mis secretos son míos, sólo míos. ¿Y ustedes? ¿Tienen muchos secretos? Si son livianos los guardo en un ovillo, debajo de la almohada o adentro de un calcetín, pero si esos secretos pesan demasiado en mejor enterrarlos en un hoyo profundo o dejarlos caer al mar. Y hablando de secretos, ¿saben quién escribió El secreto (Editorial Kókinos)? Se lo diré bien bajito, de puntillas, pero por favor, no se lo diga a nadie… Lo escribió e ilustró Eric Battut…

miércoles, 8 de abril de 2009

Rezos populares


Pese a mi presunta aconfesionalidad, uno no puede negar el hecho de pertenecer a un país donde la religiosidad ha campado y campa a sus anchas desde sus comienzos. Y es que la iglesia ha sido casi su dueña: dueña del poder, del arte y hasta dueña de la literatura… Así que, para todos, católicos confesos, ateos, dudosos agnósticos y penitentes de varias oenegés, van los siguientes versos… Porque la palabra es un regalo para cualquiera.

¿Quién me presta una escalera
Para subir al madero
Para quitarle los clavos
A Jesús el nazareno?

Saeta popular
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
Antonio Machado.
La saeta.
En: Antología poética.
1975. Madrid: Agrupación Nacional del Comercio del Libro.

lunes, 6 de abril de 2009

Figuras eclesiásticas



Entrando de lleno en esta semana, la “Semana Santa”, en la que se celebra la pasión de Cristo a base de procesiones, redobles de tambores y penitencias, me creo en la obligación, no de hablar de flagelaciones, rezos y otras prebendas al Señor, pero sí de algo relacionado con el mundo eclesiástico, que, por otra parte, son pocas las oportunidades que se me presentan…
Aunque hayan proliferado a modo de hongos todo tipo de novelas históricas con argumentos pseudo-religiosos y sagas de literatura fantástica repletas de misticismo, prefiero la tangible ficción (literaria, por supuesto) y dejar a un lado la extrema imaginación. Por ello, mi elección de hoy no es otra que la colección de las más de cincuenta pesquisas del Padre Brown, escrita por G. K. Chesterton. No es extraño que Chesterton decidiese elegir como protagonista de sus creaciones a un seglar, un cura bajito, con cara de bonachón y pinta de ingenio, el Padre Brown, puesto que él mismo se vio marcado intensamente a lo largo de toda su vida por diferentes dogmas de fe, yendo desde el agnosticismo al catolicismo, pasando por el anglicanismo.
Podríamos decir que el Padre Brown es un Sherlock Holmes con sotana, pero aunque aparentemente sea así, intuyo que hay algo más bajo sus lógicos razonamientos… Quizá algo de moral, quizá algunas valiosas lecciones que nos da la vida, e incluso una maravillosa antítesis de lo que debe ser un siervo del mismo Dios…

viernes, 3 de abril de 2009

Olvidos...


Otro año más he olvidado que... ¡Ayer se celebró el Día Internacional del Libro Infantil!... Aunque no me importa demasiado el descuido ya que lo celebro todos los días... ¡Buen fin de semana!
Ilustración: Roger Olmos

Poesía en el frigorífico


Es curioso lo cara que está la vida… Será “la sociedad del bienestar”, como decía el imbécil aquel… Lo peor de todo es cuando uno se pone a adecentar el hogar. Que si vajilla, detergente, lavadora, mesas y sillas, cubiertos y armarios, perchas y cuadros, pinzas para la ropa, un poquito de pintura y miles de tontunas... En fin, que entre visillos, colchas, cojines y cortinas, hace falta mucha tela que cortar… Y si ya nos metemos en harina, no hablemos de cocinas, donde he aprendido que, lo único verdaderamente imprescindible, aparte de un hornillo, es una buena nevera…

En la nevera un oso polar
se nos ha venido a instalar…
Él, feliz, pues de frío se debe reír.
Ahí amodorrado en el pescado,
las posaderas sobre la ternera,
las gruesas y peludas pezuñas
de lleno en la mantequillera,
él muerde que muerde fideos,
pica que pica tocinillos de cielo,
sorbe que sorbe la gaseosa,
lame que te lame cubitos de hielo.
Y te suelta tremendos rugidos
si abres la puerta por descuido.
A mí me da pánico pensar
que dentro me lo voy a encontrar,
pues en la nevera un oso polar
se nos ha venido a instalar.

Shel Silverstein
Oso intruso.
En: Hay luz en el desván.
2001. Ediciones B: Barcelona.

jueves, 2 de abril de 2009

Casi


Hace unas horas que sufrí un empacho de evaluaciones, y lo cierto es que la duración de éstas no fue la causa. Lo que dio mucho de sí fue el contenido... Es como si en un mismo restaurante hubiese dos comensales, el uno alimentándose de toneladas de borrajas y el otro ingiriendo una píldora en la que se concentran diez kilos de chorizos con su correspondiente pringue. Imagine el resultado… Total “na”…
Menos mal que la cosa no fue como la evaluación pasada en la que a mis alumnos de bachillerato les dio por el motín (es una buena opción si tenemos en cuenta lo falta de romanticismo que está la profesión, la de estudiante y la de profesor) y casi se presentan a reventar esta fiesta de las calificaciones; menos mal que su tutora, con gran juicio y desorbitada pasión, los convenció de una retirada temprana, aplazando estas posturas de rebelión. Al día siguiente, decidí hablar con estos estudiantes que, con un dudoso respeto y algo de miedo, siguen mis clases. Tras un monólogo donde recogí mis posiciones respecto al proceso de enseñanza-aprendizaje de la asignatura que imparto, me tomé la licencia de darles ciertos consejos entre los que se contaban el estudio continuado, templar las formas, controlar los nervios y no ser demasiado ambiciosos.
Muchos son los que nos aleccionan sobre lo bueno que es el inconformismo, de lo favorable que es para el crecimiento personal y engrandecernos como individuos y germen social, pero pocos son los que nos animan a hacernos unas curas de conformismo, tan necesario a veces. Sobre eso, de conformismo y de la búsqueda de la felicidad, debería haberles regalado (hace tres meses y ayer mismo, porque siguen con su títere…) una lectura que considero de gran valor pedagógico, Casi de Peter H. Reynolds, el también creador de El punto. Este libro-álbum narra la historia de Ramón que, tras muchas decepciones y gracias a la ayuda de sus hermanos, León y Marisol, llega a ser el casi-pintor que muchos desearían ser.

miércoles, 1 de abril de 2009

Tormentas


Las lluvias arribaron a esta parte del mundo el pasado fin de semana. Y no es cosa extraña, puesto que es primavera… y ya se sabe lo que trae esta estación un tanto descocada e imprevisible. Que si calor, que si ventiscas, que si luz, largas tardes, también días grises y algún chubasco… La lluvia siempre es agradable, no sólo por ese olor que empapa la tierra, sino porque es un alivio para los alérgicos que, como yo, sufrimos con las ingentes cantidades de polen que las fanerógamas derrochan por afán reproductivo.
Me gusta la lluvia. Oír como las gotas repiquetean sobre la ventana. Me gusta el aroma del suelo mojado. Chapotear. Saltar sobre los charcos. Romper mi reflejo. Ver a los pájaros beber de ellos. Contar los segundos que separan un trueno y el siguiente para calcular a qué distancia se encuentra la tormenta. Y sobre todo me gusta disfrutar de aquellas que relampaguean en las noches de verano, durante las que uno siente la necesidad de compartir con uno mismo sus propios pensamientos…
A mucha gente le dan miedo las tormentas, se acurrucan bajo las sábanas y esperan a que llegue la calma, otros, mientras el agua cae afuera, nos preguntamos quiénes somos, si somos guapos, sobre si algún día aparecerá nuestro nombre impreso en la enciclopedia, si debemos encontrar nuestro propio camino o si, por el contrario, ya está determinado desde el principio… Les dejo que piensen sobre estas cuestiones y muchas más mientras leen el libro al que hoy he dedicado mi tiempo, Noche de tormenta, de Michèle Lemieux.