jueves, 15 de diciembre de 2011

Intolerancia encubierta de modernidad



El vómito se me viene al gaznate cuando los medios de comunicación hacen públicos todo tipo de estudios que miden el nivel de modernidad del ciudadano de a pie, haciéndonos creer lo bien educados y respetuosos que somos… Tanto, que estoy harto de conversaciones de este tipo:
- Ay, nena… Tendrías que ver a mi Jesús… ¡Qué buen chico tengo!… Es tan majo que tiene un amigo negro, otro moro y otro chino… No hay quien le gane a respetuoso…
- ¡Qué bien, Chari!... Pos mi Yoni ahora se junta con el maricón de la clase y la orientadora le va a dar la medallica al alumno del mes… ¡Qué bien educao lo tengo!
Lo verdaderamente triste de este sentimiento que se generaliza entre la ingente masa, es la hipocresía de la que mama… Créanme, todavía no estamos preparados para hacer frente a esa sociedad plural que todos los progres del globo nos quieren vender, más que nada porque la envidia prima en este planeta y la solidaridad se vende como un reclamo más del capitalismo abyecto que nos consume…
El rechazo a lo diferente, a lo minoritario, es el pan de cada día… En la cola del supermercado, en el aula de 1º A y en las reuniones de trabajo, toparse con alguien diferente, siempre, en un primer instante, despierta un cierto recelo… Y quien diga que no, es sencillamente necio.
Por todo ello y para seguir con esas lavativas cerebrales con las que desde todos los rincones de la esfera cultural nos bombardean esperando concienciarnos contra la barbarie de nuestra naturaleza, les dejo con un libro-álbum clásico francés del año 76, que, aunque en el aspecto técnico no es nada reseñable, habla metafóricamente de un tema peliagudo y muy necesario: la identidad sexual. Julia, la niña que tenía sombra de chico, un trabajo de Christian Bruel, Anne Galland y Anne Bozellec, y editado por El jinete azul, a pesar de tener un hilo conductor, para mi gusto, algo lioso, es altamente recomendable -sobre todo para adultos-, no sólo por la temática, sino porque esta es tratada desde una perspectiva doble y realista que nos hace dudar, como en la vida, sobre lo que somos y lo que queremos ser.

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