viernes, 30 de noviembre de 2012

Pisando hojas






Y cuando arreciaba el frío, enrollaba la bufanda al cuello y caminaba hacia el parque, esperando encontrar el crujir de las hojas bajo mis pies cuando lo cruzaba de un lado a otro sin cesar, hasta que, harto de amontonarlas con los pies y lanzarlas al vuelo, cogía la mano de mi hermana y buscábamos a nuestros padres entre los bancos y los árboles…

Plaza y paseo
de color caramelo.
Un niño
salta y ríe,
¡qué locuelo!
La hojarasca se alza,
¡emprende el vuelo!
y, de nuevo,
cae mansamente
al suelo.

Lola Casas.
Tarde de otoño.
En: Miradas.
Ilustraciones de Pere Cabaret.
2012. Villaviciosa de Odón: Almadraba-Hermes.
Imágenes: 1) Eileen Madison; 2) Julia Trickey

miércoles, 28 de noviembre de 2012

De la difícil tarea del discurso




Percatándome de que existen dos tipos de verborrea, aquella que se escribe y aquella que se cuenta, he llegado a la conclusión de que pertenezco al grupo de los charlatanes del papel, menos instantáneos y más barrocos que los que usan la viva voz, esa de la chispa y la emoción. Bien pensado, la densidad del fonema, cae como una losa sobre aquel que quiera dedicarse a la difícil tarea de comunicar, bien sea a través de una locución radiofónica, una obra de teatral o una clase de matemáticas.
Saber decir lo que se quiere de manera que esto suscite un interés notable entre el público asistente, es una dura tarea en la que nos convendría instruirnos, bien sea para hacer llegar los pensamientos que pululan por nuestras neuronas o bien para adormecer a nuestro retoños. Esta capacidad, de la que muchos se han percatado durante esta crisis (más de ideas que económica) cuando se han visto obligados a formarse en otras lides o  promocionarse laboralmente, tiene mayor validez que un máster en comercio internacional o un doctorado en biomedicina.
Hace frente al miedo escénico es una materia pendiente, no sólo para estudiantes universitarios, agentes de bolsa o creativos publicitarios, sino para amas de casa, monitores de actividades juveniles o prejubilados sin mucho que hacer. Por lo que no toleraré un “no” por respuesta. Todos, sin excepción, debemos aparcar la vergüenza (esa que tanto daño hace a nuestra ibérica idiosincrasia) y compartir con los oyentes, lo que sufrimos, disfrutamos o elucubramos.
Para inspirarse y armarse de valor ante una audiencia que espera saber de ustedes, aquí les traigo dos libros ilustrados muy convenientes, El cuento de la hormiguita que quería mover las montañas de Michael Escoffier y Kris Di Giacomo (Kókinos) y La mejor bellota, con texto de Pep Bruno e ilustraciones de Lucie Müllerová (Almadraba), y hagan así de su discurso, el más maravilloso y hermoso cuento jamás contado.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Bandadas que vuelan por separado



Creo ser uno de los pocos castellanohablantes que puede alardear de haber leído en lengua original el Tirant lo Blanch, esa obra cumbre de las letras catalanas (aunque su autor fuese valenciano… que parece que jode), lo que me otorga cierta licencia para hablar de la pantomima nacionalista que se ha desarrollado durante este fin de semana… Mientras algunos deseamos romper las fronteras, esas que nos aíslan en una parcela finita, otros predican la secesión como una medida, no sólo demagógica, sino absolutamente necesaria, para pasar a la Historia a modo de grandes gurús de la liberación (todos quieren ser Nelson Mandela… ¿qué le vamos a hacer?). Se ve que no han viajado hasta Bosnia-Herzegovina -cosa que un servidor sí ha hecho- y han sufrido la de miseria que acarrea eso del “juntos, pero no revueltos”… Lo más soez de todo es servirse de una crisis económica (¡bendita excusa la de la pela!) para encolerizar a las masas contra una España opresora (así nos llaman…), a la par que adelgazada (no hay ni pa’ pipas…). Lo mejor sería ponerse a boicotear las manufacturas catalanas y mostrar mi descontento ante tamaña tontería independentista, pero prefiero guardarme ese cartucho para próximas ediciones de estulticia, que tonterías hacemos todos para olvidarnos de lo realmente importante…
Y así, como los pájaros que llenan las páginas del último álbum ilustrado galardonado con el Premio Compostela, Bandada, de David Daniel Álvarez Hernández y María Julia Díaz Garrido (editorial Kalandraka), seguiremos dándole importancia a las cosas vanas de la vida, llenando de ambiciones nuestro rincón más vanidoso, olvidarnos de la sencillez del mundo, y hacer peligrar la supervivencia de los sueños individuales que se alimentan de un esfuerzo compartido, ese que nunca brota de nacionalismos, ni de otros cinismos.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Las amas de casa también saben leer



A pesar de sonar rancio y machista, me encanta este fragmento extraído de un manual educativo de los años setenta con el que me encontré en el expurgo de la biblioteca del centro. No se escandalicen, feministas de pacotilla. Tampoco me tachen de falangista, progres acomplejados. Todo sea por la lectura… (Risas traviesas).

Y aun cuando no tengáis una profesión determinada o no la ejerzáis porque al casaros preferís dedicaros exclusivamente al hogar, continúa siendo necesaria la lectura. Aun diríamos más: en este caso, la lectura resulta imprescindible.
El ama de casa sumergida en las rutinarias faenas domésticas, repetidas todos los días, corre el grave riesgo de quedarse limitada a las cuatro paredes de su casa. Esto sería un desastre para ella y para su familia. Y la mejor forma de evitarlo es leyendo, cuando más, mejor: periódicos, revistas, libros. Pensad que la mejor ventana para observar cuanto ocurre en el mundo, es la lectura.
La mujer dedicada al hogar que continúa leyendo mantiene despierta su curiosidad (decía Azorín que la vejez es la pérdida de la curiosidad) y no solamente se beneficia ella, también hace un bien enorme al marido, a los hijos, al proyectar hacia ellos todo el bien espiritual y cultural captado en lo que lee.

VV. AA. 1975. Economía doméstica. Quinto y Sexto Cursos. Madrid: Almena-Delegación Nacional Sección Femenina.
Imagen: Mujer joven leyendo un libro. 1634. Rembrandt.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Un mar de cebollas



La vida, lejos de parecerse a una telenovela (¡qué cantidad de guapos y guapas!), suele convertirse en un valle de lágrimas por la tontería más insignificante… Que si te has olvidado de nuestro aniversario, que si dime que ya te diré yo, que si tu madre es una pesada, que si tu dieta es menos variada que la de una bacteria metanógena, que si no soportas a mi gato… A pesar de ello todas estas razones entornan otras mucho más pesadas y congruentes que se relacionan con el fuero interno de la existencia, un lugar sumamente delicado en el que conviven los gozos y los llantos.
En muchas ocasiones nos hemos visto envueltos en dramas de alto voltaje que han sido desencadenados por una mota de polvo o el peso de una pluma, dos pequeñeces lo suficientemente grandes para hacer saltar el gatillo de la discusión, esa arma que como humanos nos delata.
Ante tanta visceralidad, lo mejor es mantener la calma, inspirar con la profundidad de los viejos y pensar que esos roces se pueden evitar siendo conscientes, por un lado, de nuestra propia idiosincrasia, y por otro, de la de los demás, cosa que si, no llevamos a cabo, nos puede acarrear más de un disgusto, que bien mirado sería como pelar cebollas a todas horas, una sensación poco deseable, aunque bien mirado, podría ser el inicio de un cuento como el que Laura Borrás y la editorial Narval nos traen este otoño, Un mar de cebollas, ese que habla de princesas, ciudades, océanos y, cómo no, lágrimas.

lunes, 19 de noviembre de 2012

In memoriam Emilio Aragón "Miliki"



Y a Emilio Aragón, Miliki, le rezo estas rimas de payaso, para que las risas queden en el mundo y las penas se hagan ligeras viajando. D. E. P.

[…]

Es al payaso en esta vida
a quién Dios destinó a sufrir,
pues tiene que hacerte reír
aunque tenga su alma herida.
Y con su sonrisa fingida
tiene penas que ocultar,
y si el payaso pudiese hablar
y contar sus amarguras;
hasta las almas más duras
podrían con él llorar.

[…]

Cuantos como el alma mía,
cansados ya de llorar,
vendrán al circo a buscar,
en el payaso, su alegría;
¡No me pidáis que me ría,
que de mi risa me espanto,
he reído tanto y tanto,
que ya mi risa es dolor!,
porque este mundo traidor,
me enseño a reír con llanto.

[…]

Cuando el circo se desliza,
fingiendo aparente calma;
¡Y mientras lloro con el alma!,
viene a mi rostro la risa,
porque reír es divisa,
¡Sarcasmo estúpido inmundo!
y con mi dolor profundo,
voy siguiendo su destino;
porque ese a sido el camino,
que Dios me trazó en el mundo.

Por fin, publico ilustrado,
que habéis prestado atención
a esta composición
que de seguro os habrá enfadado,
por no tener el cuidado
y decirla sin sentido;
sólo un aplauso les pido
y quedaré satisfecho,
guardándolo acá en mi pecho,
como un payaso agradecido.


Nicolás E. Maturana.
La vida del tony.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Arte y poesía



Siempre he tenido sana envidia de aquellos compañeros de instituto que elegían la asignatura de “Arte” en el antiguo C.O.U., más todavía desde que me he convertido en un acérrimo defensor de los cursos didácticos que organiza el Museo Nacional del Prado (ya llevo dos, que podrían ser muchos más si no fuese por los cientos de kilómetros que me separan de Madrid…). La pintura, la escultura, en una palabra, el Arte, esconde infinidad de recovecos, de sensaciones, de palabras, que podrían llenar cientos de páginas, y, porqué no, un poema.

[…]

Está en un hotel
de un barrio cualquiera.
En el suelo hay
zapatos, maletas…

Y encima de un mueble
un sombrero cuelga.
Sentada en la cama,
parece que piensa.

[…]
Carlos Reviejo.
S. Sombrero. Sábana. Sillón.
En: Abecedario de Arte.
Textos pedagógicos de Ana Moreno Rebordinos.
2007. Madrid: SM - Museo Thyssen-Bornemisza.
Imagen:  Hooper, Edward. 1931. Habitación de hotel.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

De las fuerzas de seguridad del Estado...



Hablar de huelgas y otras decisiones personales sería repetitivo dado lo abundantes que son en los tiempos que vivimos (¡A ver si alguien empieza ya la revolución, coño! ¡Necesito emociones fuertes! ¡Nada que ver con marionetas sindicalistas o afiliados pesebristas!), por lo que hoy me decanto por ensañarme con las fuerzas de seguridad del Estado, que también tienen donde rascar (aquí hay pa’ tos’…).
Disfruto como un enano contemplando atónito cómo los antidisturbios se ensañan con los cientos de abuelas que quieren hacerse con el Congreso de los Diputados para ofrecer un espectáculo lamentable, también conocido como “golpe de estado a base de insulina, Sintrón® y pañales nocturnos”… ¿No les dará vergüenza a esos buenos mozos liarse a hostias con estas desvalidas -¿tendrán suegra?- que intentan vanagloriarse de antiguas hazañas…? Lo suyo es que hubiesen hecho lo propio con los dueños del Madrid Arena y dejaran de rascarse los huevos con sus congéneres locales que, en mayor numero que los homónimos nacionales, se daban un paseo mientras en la citada ratonera morían a modo de chinches gaseadas y emparedadas cuatro quinceañeras.
En cualquier caso y con todos mis respetos hacia aquellos que dan su vida por ¿nosotros?, me gustaría llamar la atención sobre la corruptela que arraiga entre un colectivo que tanto alardea de legalidad extrema, no sólo basándome en el dinero que los contribuyentes nos gastamos en trajes ignífugos y cachiporras para que desaparezcan alijos de droga del tamaño de Alcalá de Guadaira (¡No me miren que yo no he sido!), sino también en el casting que se lleva a cabo para seleccionar a estos agentes de la ley y el desorden..., que todos sabemos por qué derroteros va…
Esperemos que, después de varios desahucios fallidos (¡Qué machotes! ¡Dándo con la mandanga al cucu de la propietaria!), muchas demandas aleccionadoras (N.B.: Recuérdenme que debo ensañarme con la justicia de este país en alguna entrada…) y algún que otro garbilote, tomen ejemplo de El oficial Correa y Gloria -Peggy Rathmann en Ekaré- y enseñen a la ciudadanía que la responsabilidad siempre es cumplir con el deber, nos guste o no.

lunes, 12 de noviembre de 2012

De Internet y la imaginación



La otra mañana se comentaba entre bambalinas educativas, las posibilidades descomunales que Internet nos ofrece, muchas de ellas todavía por descubrir, más que nada porque la mayoría de los usuarios nos centramos en la pornografía –¿sexual o literaria? Elija-.
Cada vez que me doy una vuelta por el cibermundo y comienzo a enlazar con todo tipo de páginas me doy cuenta de lo intrincada y enrevesada que se vislumbra esta tela de araña que une intereses similares o a sujetos muy dispares. Salto de una dirección a otra, percatándome de que ese hilo de Ariadna jamás nos hará encontrar la salida, sino que nos perderá todavía más en el neón de la pantalla, produciéndonos, no sólo una sensación de desconcierto, sino un dolor de cabeza de tres pares de narices… Y tras decidir que hay que desenchufar el cerebro del ordenador nos cuestionamos eso de “¿Y qué coño he hecho yo en dos horas…?”
Navegar de un lado a otro de la red constituye un entretenimiento de primera magnitud, muy distinto al Teatro Chino de Manolita Chen, pero con la misma finalidad: distraer a unas masas carentes de imaginación, que en vez de desarrollar su propia imaginación se conforman con admirar la de otros más capaces.
Siempre cabe la posibilidad de negarse a reconocer nuestra inutilidad, coger lápiz y papel, y recoger todas esas ideas que pueden hacernos crecer sin necesidad de ser esos mundanos androides que idolatran el tiempo perdido y sin fruto.
Y para empezar a alimentar su creatividad, les propongo un libro-álbum para primeros lectores cuyo protagonista, que lleva en esto de la LIJ unos cuantos años pese a su apariencia aniñada, es capaz de levantar un circo con la ayuda de un lápiz y su sola imaginación.

JOHNSON, Crockett. 2012. Harold y el circo. Madrid: Miau.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Desordenando corazones con palabras




Viejos que cuentan viejos cuentos, noches que hablan de noches habladas, sueños que ríen soñadas risas, y corazones que hacen latir a otros corazones…

[…]
El indio triste ponía los ojos en blanco,
fijos en el horizonte,
cruzaba las manos sobre el vientre oscuro
y sacaba, de su boca seca,
hilos para alumbrar la noche,
hebras para iluminar
los espejos borrosos del corazón.
[…]

Juan Nieto Marín.
En: El paso desordenado del corazón.
Ilustraciones del autor.
2011. Madrid: Ajonjolí-Hiperión.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Del yo...



Las cosas nunca son como uno las piensa, sino como se le presentan, sobre todo si uno está en clara minoría, lo que se traduce en desventaja… Es preferible tener muchos acólitos que buenos amigos, más que nada porque los primeros te hacen creíble, y los segundos te discuten con razones…
Corre entre el populacho esa sensación preclara de que lo mayoritario es lo verdadero. Craso error el de las masas, comportándose a una, como hormigas ante la tormenta…, pero sin objetivo que las guíe.
Mejor nos iría de uno en uno, pensando en lo propio para aupar a lo de todos, cosa que nuestra naturaleza de animal cívico-social nos impide de cara a lo que piensen los demás. Por ello, ya es la soledad, suficiente condena para el pensante, que hurga en lo suyo para hacer germinar lo ajeno. Más sólo el tiempo y la distancia liberan las mentes de los verdugos, y es entonces y no antes, cuando el exilio de los cantores sin canto, se hace vuelo… y trina entre demagogos, demócratas y fascistas (¿hay alguna diferencia?), barriendo en su recorrido el rancio sabor que contamina al yo que habita en nosotros.
Y por muchos pasos que demos, por muchos aniversarios que soplemos, debemos abrirnos paso entre el mundo y pintar un camino, que aunque estrecho, sea nuestro.

MARTÍ I POL, MIQUEL. 2012. El aniversario. Ilustraciones de Carme Solé Vendrell. Madrid: El jinete azul.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Novedades con parecido razonable (3)




Renovarse o morir, he ahí el dilema…, ese que, como pelota de ping-pong, ha estado yendo y viniendo de mi cabeza en estos día de asueto. Y al final, ganó el “renovarse”… Así que, si son observadores, se habrán percatado de que en la columna de la derecha, tienen los logotipos de “facebook” y “twitter” desde donde pueden suscribirse a los espacios que un servidor ha creado en dichas redes sociales y hacer realidad ese sueño que es la LIJ 2.0… Aunque algo reacio en los planteamientos (trabajo con quinceañeros que se pirran por inmiscuirse en mi vida privada…), creo haber encontrado un modo de hacer crecer este sitio sin menoscabo de mi realidad diaria. Añadido a todo esto, hacerles saber que he creado una cuenta de correo-e específica para el blog, dvlm.lij@gmail.com (también la tienen en los enlaces laterales), de tal manera que sea más fácil establecer una conexión más específica entre ustedes y yo sin pasar por mi correo personal.
Tras este apunte, termino con esta sección de literatura infantil comparada (¡ya no sé qué inventar!), poniendo hoy el ojo sobre dos novedades (o al menos, eso parecen…) que tienen un estilo similar: El arenque rojo, de Gonzalo Moure y Alicia Varela (SM), y El papagayo de Monsieur Hulot, de David Merveille a partir del personaje de Jacques Tati (Kalandraka). Ambos son libro-álbumes para primeros lectores, de tipo mudo -sin texto- en los cuales, a través de un hilo conductor, curiosamente un animal en los dos títulos (en el primero es un arenque volador y en el segundo un papagayo harto de vivir en una jaula), dan pie a la imaginación del lector para que construya su propia historia sirviéndose de la infinidad de situaciones recogidas en las escenas de cada doble página.
He de reconocer que, aunque cada uno tiene sus defectos (ninguno podría considerarse una obra maestra) y virtudes (utilizan una narrativa poco corriente), me gusta más El arenque rojo, no sólo por ser más evocador (en parte me ha recordado a las sugerentes ilustraciones de Chris van Allsburg), sino por entretener más al lector y ser más interactivo, que a fin de cuentas, es lo que toca en estos tiempos, ¿acaso no ven mi ejemplo? Ciberoptimista hasta las trancas… ¡hasta que me hinche!

viernes, 2 de noviembre de 2012

Seguir siendo tiempo...



Cuando la enfermedad engulle a los que se quiere, uno revisa la memoria y encuentra en ella estampas del ayer con las que recordar a los que se van yendo… Con esta oración que otro escribió, quiero dar un soplo, casi aliento, a mi primo Paco, que, a sus casi treinta y seis años, lucha contra el cáncer para seguir siendo tiempo.

El tiempo se lleva al tiempo,
por eso siempre es tan niño
el guijarro de la orilla.

A tanto tiempo sin tiempo,
a tanto canto sin canto,
entretanto y con el tiempo
lava las piedras mi canto.

Tanto tiempo sin orillas,
tanto canto ya sin tiempo,
el tiempo que siempre es río
y el río que siempre es tiempo,
con la espuma, su contento,
a tiempo lava en el tiempo
al guijarro sin orillas.

Ramón Suárez.
A tiempo el tiempo.
En: Palabras para armar tu canto.
Ilustraciones de Cecilia Rébora,
2012. Pontevedra: Kalandraka.