lunes, 13 de octubre de 2014

Cansinos y ofuscados


Cuando algo se convierte en costumbre, deja de tener efecto sobre las múltiples facetas que configuran lo cotidiano y pasa a ser insignificante. Acallar constantemente a los alumnos, llegar siempre tarde, olvidarse de los cumpleaños o perder el teléfono en alguna repisa ajena, son actos que molestan en primera y/o tercera persona, pero que a fin de cuentas, dan buena muestra de nuestra naturaleza humana.
A pesar de lo rutinario y repetitivo del día a día, siempre hay cosas la mar de sorprendentes, que modifican nuestra realidad y nos hacen estar alerta ante los cambios. Algo que muchos llaman “rabiosa actualidad” pero que yo llamo “fuera de lugar”. Seguramente ustedes también conozcan personajes de cierta índole que mueren por ser el centro de atención, idean las estrategias más descabelladas y luchan por estar todo el santo día en el candelero, aunque para ello tengan que cortarse una mano. Conozco bastantes de estos engendros con aires de estrella mediática (para seguir siendo los mismos infelices de siempre… que todo he de decirlo) que, a base de ser terribles seres insignificantes, capaces de dejar con la boca abierta a todo oyente con malabares, peripecias y mucho arte, aburren hasta el hartazgo… ¡Pero oiga! Prefiero a estos saltimbanquis sociópatas que las faldas de tubo, los trajes de chaqueta y las corbatas insulsas de la carrera política…


Aunque quedan pocas tonadilleras en este país, cada vez proliferan más buitres de discurso vacío y bolsillo lleno (prefiero las setas en este otoño tan prometedor para ello). Todo el día en la tele, en la radio, en los periódicos, ganando mandanga, interaccionando con el tejido empresarial a base de licitaciones públicas, y matriculando a sus hijos en colegios trilingües. Lo mejor de todo es que, cuando se les pide responsabilidad por algo, berrean como nenes malcriados y dan pataletas a la menor reprimenda… ¡Menos mal que no les da por quemarnos vivos! (N.B.: Cosa que algunos desearían, pero les sujeta un deseo incontrolable de seguir chupando del bote). Esperemos que sigan tan analfabetos (cosa que abunda en los partidos políticos, ya que los intelectuales se cobijan en la sombra) y no les dé por leer ¡Otra vez!(editorial Picarona), un álbum infantil del mundo anglosajón firmado por la afamada Emily Gravett (Nota: Si quieren conocer algunos entresijos técnicos de este libro con mucha miga, hagan click sobre el nombre de la autora), y tomen nota de lo que hace Cedric, un dragón enfurecido con su libro favorito, cuando su madre cae rendida de sueño tras las reiteradas peticiones de un hijo muy cansino... 


1 comentario:

miriabad dijo...

No conozco a la escritora, pero ese dragoncete tiene pinta de montarla pero bien. ;-)